LA huelga de hambre llega a su onceava jornada
Estudiantes y profesores protestan con hambre por un presupuesto más justo. Se cuentan más de 270 horas de huelga
El Rectorado de la Universidad de Los
Andes, un histórico edificio que alberga las oficinas del tren rectoral
de la casa de estudios y que año tras año sirve de recinto para graduar a
centenares de profesionales, desde hace 11 días es el refugio para
estudiantes, profesores y el sacerdote de la ULA, quienes se han sumido
en una huelga de hambre por un presupuesto “justo” para las
universidades autónomas en medio de un paro nacional que, de momento,
parece no tener un final cercano.
Los huelguistas, cercados con bancas y
cuerdas y custodiados por un equipo logístico con franelas del
Movimiento 13, pasan las horas acostados en colchonetas, leyendo o
saludando al montón de curiosos y solidarios que día tras día les
acompañan desde lo lejos, lanzándoles mensajes de ánimo o tomándoles
fotos. Quince de ellos llevan sin comer desde el 05 de junio, día en que
dio inicio la huelga. Otros se han sumado progresivamente y muchos
otros, especialmente académicos, se han incorporado haciendo “ayuno
profesoral” de 24 horas. El día jueves se sumó Reinaldo Muñoz, párroco
de la Universidad de Los Andes quien declaraba a la prensa que “no
podemos hacernos los perros mudos ante tantos problemas que tiene el
país.” Este viernes, como forma de radicalizar la protesta, Carlos
Ramírez, un estudiante de FACES, se cosió los labios. La sutura, hecha
con hilo negro, cerca de la comisura izquierda le impide pronunciar
bien, pero ha alcanzado a decir frente a la prensa que “esta es una
forma de decirle al Gobierno que hoy nos cosemos los labios para que
nuestro silencio retumbe en su conciencia“.
Todas las paredes, desde la fachada hasta el hall
del Rectorado, donde se encuentran apostados los huelguistas, han sido
forradas con pancartas y afiches alusivos a la indignación estudiantil.
“No pueden ser terroristas los que defienden la universidad”, se lee en
una. En otras, mensajes increpando al ministro Calzadilla. La que más
destaca es la que dice “La vida por la educación”, un radical mensaje
que decora el epicentro de esta protesta. Las convicciones de los
estudiantes les hacen incluso ignorar las consecuencias que el no
ingerir alimentos les podría producir: Desde daños en algunos órganos
vitales como los riñones y el hígado, hasta la muerte por inanición. No
les importa. A algunos, a los que llevan desde el inicio de la huelga,
ya se les ve un poco debilitados en medio de las cobijas. Para
protegerlos de cualquier infección siempre llevan tapaboca y se les ha
aislado para evitar cualquier contagio. Desde una esquina les acompaña
la estatua de Fray Juan Ramos de Lora, quien fuera Primer Obispo de la
Diócesis de Mérida y fundador en 1785 del seminario que más tarde se
convertiría en la laureada Universidad de Los Andes.
En un acto de
picardía estudiantil, Ramos De Lora lleva puesto también un tapaboca.
La huelga, que ya ha superado las 270
horas, se realiza en simultáneo con otras que se llevan a cabo en los
núcleos de la ULA Táchira y Trujillo, en la Universidad del Zulia y en
la Universidad Carabobo. También se realiza en medio de un paro nacional
indefinido en el que las casas de estudio autónomas han cesado por
completo sus actividades, lo que mantiene en vilo el desarrollo del año
académico y ha radicalizado el enfrentamiento con el gobierno de Nicolás
Maduro quien, por su parte, ve “inviable” el aumento del 180% que
solicitan e insinuó el miércoles en Mérida que quienes presiden las
universidades han malversado los fondos y sólo pretenden desestabilizar
al país a través de un golpe de Estado.
Entender esta huelga, en medio de una
polarización política y de un enfrentamiento con el gobierno, no es
tarea fácil. La pugna, que se mantiene desde la presidencia del
fallecido Hugo Chávez, tiene innegables tintes políticos pero está
sustentada en una solicitud de reivindicaciones salariales para los
trabajadores quienes se han visto afectados debido a los escasos
recursos para la academia que tiene cerca de cuatro años sin aumentarse.
El presidente de la República ha desestimado esas acusaciones diciendo
que “a las universidades del país no les han faltado los recursos (…) Se
han enviado varios miles de millones de bolívares por años, no les
fallamos nunca.”
Luego del anuncio de la FAPUV (Federación
de Asociaciones de profesores universitarios) a finales de mayo de irse a
un cese definitivo de actividades 10 de las 18 universidades se sumaron
al paro. Días más tarde, la incorporación de las dos casas de estudio
más influyentes del país -la decisión se tomó a través de comicios- la
Universidad Central de Venezuela y la Universidad de los Andes,
intensificó la batalla al movilizar las calles y hacer huelga de hambre
en algunos puntos del país, lo que ha puesto en un serio aprieto al
Ejecutivo Nacional. Anoche, el ministro Pedro Calzadilla, desde la
televisora pública Venezolana de TV, anunció con bombos y platillos que
el aumento salarial de los trabajadores se haría en tres partes: 25% en
enero de 2013, 25% en mayo y el otro 25% en enero de 2014. Aún no se ha
oficializado la respuesta de las universidades pero las espontáneas
reacciones de los estudiantes en huelga desde el Rectorado de la ULA son
claras cuando dicen que rechazarán la propuesta y que se mantendrán
allí hasta conseguir lo que piden.
A la pregunta ¿Por qué estás en huelga?,
casi todos responden al unísono: “Por mi universidad, por un presupuesto
justo. No quiero que mi casa de estudios siga viéndose afectada.” ¿Y
realmente vale la pena? ¿No te preocupa tu salud? “No. Nuestra salud
está en manos del gobierno. De ellos depende si nos quieren ver morir.”
Hoy es sábado y les acompaña el diputado opositor William Dávila, quien
se ha sumado a la huelga en un ayuno de 24 horas. Pese a que el día está
lluvioso, el Rectorado de la ULA está más colapsado que ayer. Entra y
sale gente. Así ha sido todo el día. Los visitantes, que se aglutinan al
frente de los huelguistas, les sacan fotos, se quedan mirándole por
largos minutos y les dan muestras de apoyo. La señora Marcela Gutiérrez,
una mujer de 64 años, nos dice que “ellos son el futuro del país,
tenemos que apoyarlos”. Son las 12 del mediodía y ella, desde lo lejos,
les hace la señal de la cruz.
Publicado por EduardoMartin on Sábado, junio 15, 2013 ·