En los últimos tres años se ha recurrido al ayuno como forma de protesta en más de 300 oportunidades.
Los universitarios pudieran estar rompiendo el cerco de la hegemonía comunicacional
Tras 12 días de huelga, gobierno y trabajadores se sentaron a hablar en Ferrominera
En los últimos tres años las huelgas de hambre se han convertido en
parte de la cotidianidad venezolana, hemos contabilizado más de 300 en
todo este tiempo.
Estudiantes, trabajadores, damnificados,
privados de libertad, profesores universitarios y hasta pequeños
empresarios han puesto en riesgo sus vidas para llamar la atención y
obtener respuestas de entes del gobierno.
La huelga
de hambre es la forma de protesta más pacífica, pero también la más
peligrosa porque se pone en riesgo la vida de quienes la realizan
En Venezuela vivimos la trágica historia del productor agrícola
Franklin Brito. Todos conocemos el desenlace y no queremos que se
repita.
Mucho se dice sobre la efectividad de este tipo de protesta.
Creemos que cualquier opción democrática y pacífica para exigir
reivindicaciones y demandar derechos es válida.
Sus resultados van a depender de muchas cosas, pero sobre todo de la
estrategia y seriedad de quienes la realizan y siempre teniendo como
premisa que el gobierno de Venezuela, según estudios del Observatorio
Venezolano de Conflictividad Social, espera en promedio al menos 30 días
para comenzar a negociar con huelguistas, generalmente montando mesas
de diálogo y negociación que muchas veces terminan en el desgaste y no
en el cumplimiento de las demandas.
Por lo general, quienes hacen una protesta de esta naturaleza,
denominada radical, lo hacen luego de emplear distintos métodos
pacíficos para exigir derechos o demostrar descontento con una situación
o medida política, o tras sentirse burlados por las autoridades o por
el sistema judicial.
Debido a la ausencia de respuestas, muchos venezolanos han
optado últimamente por emplear métodos cada vez más extremos de
protesta, desde dejar de comer o coserse la boca hasta mutilarse partes
del cuerpo.
Un ejemplo claro lo vemos con los presos.
Pero no siempre es así. En algunos casos observamos cómo se usa este
tipo de protesta como primer recurso, posiblemente por su interés
mediático.
Aunque las huelgas de hambre se han hecho cotidianas, debemos
advertir que no deberían verse como normales en una sociedad
democrática en la que se deberían respetar los derechos humanos.
Conflicto universitario
El paro universitario parece haberse consolidado con cierta fuerza.
Profesores y estudiantes universitarios se declararon en huelga de hambre en distintos estados del país.
No creemos que quienes decidieron ejercer una protesta de esta
naturaleza lo hagan por el simple gusto de “sabotear a la nación”, como
declaró Nicolás Maduro en días pasados.
En lugar de atacar y criminalizar a quienes exigen sus
derechos democráticamente, el gobierno debería buscar mecanismos
constitucionales para abrir el dialogo, transformar el conflicto y sobre
todo responder a un sector que representa el futuro del país.
Pero vemos también cómo cuando las protestas se hacen de una manera
coordinada y con conducción -con elementos novedosos y que atraen la
atención del resto de la sociedad, por ejemplo la marcha de
universitarios que realizan desde Barquisimeto hasta Caracas, o las
múltiples protestas simultáneas en diferentes partes del país, unas en
plazas, otras con actividades de calle, clases magistrales, etc- la
repercusión aumenta y se logra aglutinar apoyos en el resto de la
sociedad.
Cuando las protestas están a la vista de todos, no hay forma ni manera de sacar de contexto los motivos que las causan.
Las calles, las autopistas, las plazas, son un vínculo directo con la
gente que no necesariamente tiene que estar pendiente de una pantalla
de televisión o emisora de radio para informarse.
Además en las universidades hacen vida profesores, obreros,
estudiantes, empleados, padres, hijos, etc, una muy perfecta
representación de nuestra sociedad que multiplica el mensaje.
El gobierno debería de tomar en cuenta este factor. Las
universidades, con su salida a la calle, pudieran estar rompiendo el
cerco de la hegemonía comunicacional, esa que tanto ha buscado el
gobierno y parece estar a punto de lograrla.
Huelga en Ferrominera del Orinoco
Tras doce días de suspensión de actividades, el pasado
viernes autoridades de la CVG, Ferrominera del Orinoco y
Sintraferrominera acordaron un cronograma para el pago de deudas
laborales que la empresa mantiene con los trabajadores y otras
reivindicaciones.
El jueves anterior las instalaciones de la empresa fueron
militarizadas, como medida de presión hacia los trabajadores que hacían
huelga.
Llama la atención el hecho de que el gobierno, a pocos días
de anunciar también desde Guayana la conformación de las milicias
obreras, usara la figura de la militarización para tratar de enfrentar
una crisis que en todo momento tuvo raíces laborales.
De hecho, el viernes terminaron haciendo lo que los trabajadores
pidieron desde el primer día de huelga: sentarse a negociar las
reivindicaciones y consiguieron, además, el reenganche, con pago de
salarios caídos, de 7 trabajadores despedidos en el 2012.
El gobierno debe acostumbrarse a resolver los conflictos como
lo hicieron el viernes, hablando, y no como lo intentaron el día
anterior: amenazando con militares.
@MarcoAPonce y @mlhccs
ConflictoVe Fuente: TalCual, 17 de junio de 2013, pág 6